La producción de cultivos agroecológicos, estratégicamente convenientes para el desarrollo agroalimentario local, es una línea que tiene por fin explorar y amplificar posibilidades que habitualmente no son tenidas en cuenta en el menú productivo convencional de las huertas urbanas. Ya sea por razones técnicas, agronómicas, geográficas o bien motivos socioculturales o tradiciones que determinan las preferencias y dietas alimentarias.
En esta línea se inscriben los procesos productivos vinculados al cultivo de hongos comestibles sobre troncos de álamos, y también el estímulo a la producción de cucurbitáceas y de especies no tradicionales.
La perspectiva del programa es aumentar la diversidad y ensayar propuestas productivas sostenibles que puedan incorporarse en las planificaciones de siembra.
En este sentido se han realizado acciones que por un lado impulsan la producción de especies hortícolas que responden satisfactoriamente a las condiciones productivas de Patagonia norte, pero que por razones prácticas de acceso a una superficie productiva adecuada muchas veces se deja de lado, como es el caso de los zapallos. Aún cuando tales frutos estén ampliamente incorporados en la tradición alimentaria, especialmente en la elaboración de comidas típicas como los locros.
En esta misma línea se inscribe la propuesta de producción de setas u hongos comestibles, que son cada vez más apreciados ya sea para autoconsumo o comercialización en fresco, y también como insumo de productos elaborados, atendiendo demandas vinculadas al sector gastronómico y de la industria del turismo. También aquí, el problema no es geográfico, ya que en la zona se produce con muy buenos resultados las conocidas Girgolas (Pleurotus ostreatus), sino que se trata de un tema ligado a la transferencia y circulación de conocimiento técnico; y a la vez, muchas veces está relacionado con dificultad de contar con los troncos en donde se realiza la incubación y fructificación de los hongos.
En ambos casos, la dificultad de acceder a la tierra y a los insumos nombrados, requiere un abordaje grupal y colaborativo, mediante una gestión social que lleve a buen puerto los procesos productivos, y aquí es donde el programa se inserta aportando el conocimiento y el acompañamiento técnico y psicosocial para allanar las necesidades de base.
Y por otra parte, también se incluye en ésta línea estratégica, la incorporación de nuevas especies hortícolas que son prácticamente desconocidas a nivel regional, y que tienen gran potencial tanto para satisfacer los requerimientos de una alimentación saludable propia de las dietas familiares, como también para dar respuesta a la creciente demanda de la gastronomía gourmet. Ejemplos de ello, son los tomates negros y de corazón azul, albahacas de hojas gigantes, berenjena roja, broccolini, lechugas pecosas, sandías ratón y variedades asiáticas.
La producción hortícola ya sea para autoconsumo o bien para satisfacer demandas de comercialización se enriquece con los cultivos no tradicionales. No sólo satisface gustos de los propios huerteros, sino que con el tiempo permitirá una oferta excepcional para el sector gastronómico que ya ha comenzado a solicitar en las huertas productos hortícolas especiales.